viernes, marzo 04, 2016

He dormido


He dormido en el andén del metro,
—por miedo al despellejo de metralla—,
he dormido en el borde de la playa
y en el borde del borde del tintero.

He dormido descalza y sin sombrero
sin muñeca ni sábana de arriba
me he dormido sentada en una silla
—y amanecí en el suelo—.

Y la noche después de los desahucios
y los días después del aguacero,
dormía entre estropajos y asperones
en la tienda del tío chatarrero.

Crecí, me puse larga regordeta,
me desvelé, pero seguí durmiendo,
llegué a mocita dicen que a poeta,
y terminé durmiéndole al sereno.

Y a pesar de estos golpes de fortuna
ya veréis por qué tengo buen talante;
he dormido a las penas una a una,
y he dormido en el pecho de mi amante.

Gloria Fuertes

Silvia Comes

Canzon de cuna pra Rosalía de Castro, morta


¡Érguete, miña amiga,
que xa cantan os galos do día!
¡Érguete, miña amada,
porque o vento muxe, como unha vaca!

Os arados van e vên
dende Santiago a Belén.

Dende Belén a Santiago
un anxo ven en un barco.
Un barco de prata fina
que trai a door de Galicia.

Galicia deitada e queda
transida de tristes herbas.
Herbas que cobren teu leito
e a negra fonte dos teus cabelos.
Cabelos que van ao mar
onde as nubens teñen seu nídio pombal.

¡Érguete, miña amiga,
que xa cantan os galos do día!
¡Érguete, miña amada,
porque o vento muxe, como unha vaca!
¡Levántate, niña amiga,
que ya cantan los gallos del día!
¡Levántate, mi amada,
porque el viento muge, como una vaca!

Los arados van y vienen
desde Santiago a Belén.

Desde Belén a Santiago
un ángel vienen en un barco.
Un barco de plata fina
que traía dolor de Galicia.

Galicia tumbada y queda
transida de tristes hierbas.
Hierbas que cubren tu lecho
con la negra fuente de tus cabellos.
Cabellos que van al mar
donde las nubes tiñen sus nítidas palmas.

¡Levántate, niña amiga,
que ya cantan los gallos del día!
¡Levántate, mi amada,
porque el viento muge, como una vaca!


Federico García Lorca

Amancio Prada

Xoan Rubia

Rafa Lorenzo

jueves, marzo 03, 2016

Soneto XCII


Amor mío, si muero y tú no mueres,
no demos al dolor más territorio:
amor mío, si mueres y no muero,
no hay extensión como la que vivimos.

Polvo en el trigo, arena en las arenas
el tiempo, el agua errante, el viento vago
nos llevó como grano navegante.
Pudimos no encontrarnos en el tiempo.

Esta pradera en que nos encontramos,
oh pequeño infinito! devolvemos.
Pero este amor, amor, no ha terminado,

y así como no tuvo nacimiento
no tiene muerte, es como un largo río,
solo cambia de tierras y de labios.

Pablo Neruda

Miguel Poveda

miércoles, marzo 02, 2016

Romance del moro que perdió Alhama


Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Bibarrambla.

Cartas le fueron venidas
de que Alhama era ganada,
las cartas echó en el fuego
y al mensajero matara.

       ¡Ay de mi Alhama!

Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba,
subido se había al Alhambra.

Desque en el Alhambra estuvo,
al mismo punto mandara
que se toquen sus trompetas,
sus añafiles de plata;

       ¡Ay de mi Alhama!

y que las cajas de guerra,
apriesa toquen alarma
porque lo oigan los moros,
los de la Vega y Granada.

Los moros que el son oyeron,
que al sangriento Marte llama
uno a uno y dos a dos,
juntado se ha gran campaña.

       ¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un moro viejo,
de esta manera hablara:
- ¿Para qué nos llamáis rey;
para qué es esta llamada?

- Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada,
que cristianos de braveza,
ya nos han ganado Alhama.

       ¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un alfaquí
de barba crecida y cana.
- Bien se te emplea, buen rey;
buen rey, bien se te empleara.

Mataste los bencerrajes
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada;

       ¡Ay de mi Alhama!

por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y que se pierda Granada.

       ¡Ay de mi Alhama!

Anónimo

(Otra versión de este romance)

Joaquín Díaz

martes, marzo 01, 2016

Soneto V





Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Garcilaso de la Vega

Miguel Bosé

Miguel Bosé (recitado)

Santiago Gómez y Jesús Márquez